Hoy me encontré en una práctica de Biología Molecular que curso en el Máster de Bioinformática un problema en donde a partir de una cadena de ADN debíamos dar el transcrito a ARN mensajero y luego su traducción a una cadena de aminoácidos.
La cadena resultante de aminoácidos del problema, según la notación científica de una letra para cada tipo de aminoácido, era «MENTEPENSANTE». Y entonces procedí en el texto de la práctica a invitar a la profesora a la siguiente reflexión que os expongo:
¡Nota para que no se aburra!: mi formación no es de biológicas más sí en física fundamental, pero, en admitiendo “el azar y la necesidad” –sic, Demócrito y Jacques Monod-, o “El Gran Diseño” de S. Hawking, que no comparto, intuyo que la secuencia de aminoácidos “MENTEPENSANTE” es una cuestión “intencionada” y no algo fruto del “azar y la necesidad”. Así que le pregunto ¿Puede la materia-energía bajo el azar llegar a construir algo que la comprenda y la manipule? Sí con el tiempo, por supuesto, pero bajo una necesidad que más bien es fruto de un fin teleológico en una realidad que se lo permite y la guía. En mecánica cuántica el azar, cuestión controvertida, solo existe matemática y físicamente “hacia el futuro”, más no en el pasado; hay una rotura de simetría temporal que nos indica una dirección del tiempo, como también la hay en la 2ª Ley de la Termodinámica. El presente es el punto de inflexión o de conexión entre lo que llamamos pasado y futuro, siendo que, cuando matemáticamente invertimos el tiempo en las ecuaciones mecanicocuánticas de un presente proyectándolo hacia el pasado la incertidumbre de Heisemberg desaparece, pero no ocurre lo mismo hacia el futuro, evitando que el hombre llegue algún día a construir “El Demonio de Laplace” bajo una teoría local o de variables ocultas, pues aun admitiendo la no localidad de la versión ortodoxa de la mecánica cuántica y negando el <<natura non facit saltus>> de Newton, esto permite cabida a cosas trascendentales o tan inmateriales como “la función de onda”, o la Divina Providencia, que no son de carácter oracular y tampoco predecibles por la razón humana.
Santiago Royuela Samit. barcelona a 5 de noviembre de 2021.